Cuentos, Fábulas y anécdota

Había una vez dos hermanitos, Marcos y Elena, que asistían al mismo colegio. Un día, su profesora les dio una tarea muy especial: sembrar una semilla de tomate y cuidarla hasta que diera fruto.

Marcos, siendo el hermano mayor, se tomó esta tarea muy en serio. Escogió el lugar perfecto en el jardín, donde la plantita pudiera recibir mucho sol. Con manos cuidadosas, sembró la semilla y la cubrió con tierra suavemente. Todos los días, sin falta, regaba la plantita y le hablaba con cariño, animándola a crecer fuerte y sana.

Había una vez un niño llamado Juanito, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y flores de colores. Juanito tenía un sueño especial: quería tener su propio jardín lleno de flores hermosas.

Un día, su abuela le regaló un sobre de semillas especiales. "Estas semillas son especiales, Juanito", le dijo. "Solo necesitas plantar unas pocas y verás algo sorprendente". Juanito estaba emocionado y comenzó a preparar su jardín.

Romeo Montesco y Julieta Capuleto se conocieron en una fiesta en Verona, Italia. Intercambiaron miradas y mensajes de texto a través de WhatsApp toda la noche. Después de la fiesta, Romeo esperó ansiosamente la respuesta de Julieta en su teléfono.

Romeo: Hola Julieta, ¿llegaste bien a casa?

Julieta: Sí, gracias Romeo. ¿Y tú?

Romeo: Sí, gracias a Dios. ¿Podemos vernos mañana? Quiero seguir hablando contigo.

Julieta: Claro, ¿a qué hora?

Romeo: ¿Qué te parece a las 5 en el café de la plaza principal?

Julieta: Me parece bien. Allí estaré.

¡Hola a todos los niños y niñas que están leyendo este artículo divertido! Hoy quiero compartir con ustedes una historia muy interesante que nos muestra la importancia de recordar y usar los nombres de las personas.

Les presento a Ken Nottingham, un empleado de la compañía General Motors en Indiana. Un día, Ken solía almorzar en la cafetería de la compañía y notó que la mujer que trabajaba en el mostrador siempre tenía mal ceño. Ella estaba preparando emparedados y pesando el jamón en una pequeña balanza. Ken se sintió como si fuera solo otro emparedado más.

¡Hola a todos! ¿Cómo están? Hoy les traigo una historia fascinante sobre un niño llamado Andrés. ¿Alguna vez han atrapado algún animalito pequeño? Bueno, Andrés atrapó una coneja cuando era niño. Esa coneja tuvo muchos conejitos. Él rápidamente se dio cuenta de que tenía una cría entera de conejos para cuidar y alimentar. ¡Qué responsabilidad! Pero no se preocupen, ¡tenía un plan brillante!

En la calle Taliaferro, había un muro muy especial donde los niños jugaban a lanzar monedas y los abuelos charlaban bajo la sombra. Un día, una pintora llegó con un sombrero de paja y pintó el muro de blanco. Los niños Me y Lou estaban molestos, ¡ese muro les pertenecía!

La pintora, con una sonrisa amable, les contó sobre su idea. Quería crear un mural mágico que todos pudieran disfrutar. Los gemelos Morris trajeron limonada y deliciosa cena, admirando el arte.

Hoy quiero contarles la increíble historia del milagro de Tonga. Esta es una historia real que ocurrió hace muchos años, pero que sigue siendo muy emocionante e inspiradora.

Todo comenzó cuando seis adolescentes, de entre 13 y 16 años, decidieron escapar de un internado católico muy estricto en la isla Tonga. Querían buscar aventuras y explorar el mundo, así que tomaron prestado un barco y partieron hacia el mar en busca de Fiji o Nueva Zelanda.

Había una vez un joven llamado Juan, que un día decidió tomar un autobús para ir a su trabajo. El autobús estaba lleno de gente y todos parecían estar muy ocupados con sus cosas, pero de repente, una señora mayor se puso a toser y Juan comenzó a enojarse.

Empezó a gritarle a la señora mayor, diciéndole que debería cubrirse la boca y la nariz para no contagiar a los demás. La señora mayor intentó explicarle que tenía una tos seca y no podía evitarlo, pero Juan no quiso escuchar. Seguía hablando con falta de respeto y haciendo gestos groseros.

Raúl es un joven que estaba manejando sólo el auto de su mamá, pero un día la policía lo detuvo, le pidió su licencia de conducir y le informó que las placas de su auto eran falsas. Raúl se enojó mucho y empezó a gritar al policía, acusándolo de ser corrupto. El joven decía que el policía solo quería una excusa para cobrar dinero, y se negó a mostrarle su licencia.

Había una vez un niño llamado Juan, quien necesitaba bajar de peso porque el doctor se lo había recomendado. Sin embargo, Juan no sabía cómo lograrlo. Un día, su maestra le dio una tarea especial: anotar todo lo que comía durante una semana.

Juan se sintió un poco abrumado al principio, pero decidió darle una oportunidad. Cada día, antes de comer, sacaba un pequeño cuaderno y escribía lo que iba a comer. Al principio se olvidaba de escribir algunas comidas, pero con el tiempo, se acostumbró a hacerlo con más frecuencia.