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En la calle Taliaferro, había un muro muy especial donde los niños jugaban a lanzar monedas y los abuelos charlaban bajo la sombra. Un día, una pintora llegó con un sombrero de paja y pintó el muro de blanco. Los niños Me y Lou estaban molestos, ¡ese muro les pertenecía!
La pintora, con una sonrisa amable, les contó sobre su idea. Quería crear un mural mágico que todos pudieran disfrutar. Los gemelos Morris trajeron limonada y deliciosa cena, admirando el arte.
Día tras día, la pintora trabajó con hilos y tiza azul, creando algo maravilloso. Me y Lou, curiosos, observaban desde la máquina de bolas de chicle. Aunque estaban en desacuerdo al principio, empezaron a entender el valor de compartir.
El muro, una vez blanco, se convirtió en un hermoso mural lleno de colores y formas. Los niños, abuelos y vecinos se maravillaron. Me y Lou aprendieron que el arte puede unir a las personas y hacer que un lugar sea aún más especial.
Desde entonces, la calle Taliaferro se llenó de risas y colores. Y el muro, antes solo de ellos, se convirtió en un tesoro para toda la comunidad. Y así, la pintora enseñó a Me y Lou una lección importante: a veces, compartir algo especial puede hacer que todos sean más felices.
Basado en el cuento The War of the Wall escrito por Toni Cade Bambara