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Había una vez un joven llamado Juan, que un día decidió tomar un autobús para ir a su trabajo. El autobús estaba lleno de gente y todos parecían estar muy ocupados con sus cosas, pero de repente, una señora mayor se puso a toser y Juan comenzó a enojarse.
Empezó a gritarle a la señora mayor, diciéndole que debería cubrirse la boca y la nariz para no contagiar a los demás. La señora mayor intentó explicarle que tenía una tos seca y no podía evitarlo, pero Juan no quiso escuchar. Seguía hablando con falta de respeto y haciendo gestos groseros.
De repente, un joven alto y musculoso llamado Carlos se levantó de su asiento y se acercó a Juan. Con una voz fuerte y autoritaria, le dijo: "¿No te enseñaron a respetar en tu casa? ¡Ahora yo te voy a enseñar a respetar!" Empujó a Juan fuera del autobús.
Juan se sintió muy avergonzado y aprendió la lección. A partir de ese día, decidió ser más amable y respetuoso con los demás, y asegurarse de que siempre hablaba con un tono de voz amable y considerado.
La lección que aprendió Juan es que es importante aprender a respetar a los demás en casa, o corres el riesgo de que otras personas te enseñen a respetarlos en la calle de forma más dura. La gentileza y el respeto son valores importantes que debemos cultivar en nosotros mismos y enseñar a los demás para tener una sociedad más armoniosa y amable.