Romeo Montesco y Julieta Capuleto se conocieron en una fiesta en Verona, Italia. Intercambiaron miradas y mensajes de texto a través de WhatsApp toda la noche. Después de la fiesta, Romeo esperó ansiosamente la respuesta de Julieta en su teléfono.
Romeo: Hola Julieta, ¿llegaste bien a casa?
Julieta: Sí, gracias Romeo. ¿Y tú?
Romeo: Sí, gracias a Dios. ¿Podemos vernos mañana? Quiero seguir hablando contigo.
Julieta: Claro, ¿a qué hora?
Romeo: ¿Qué te parece a las 5 en el café de la plaza principal?
Julieta: Me parece bien. Allí estaré.
Al día siguiente, Romeo y Julieta se encontraron en el café. Después de hablar y reírse un rato, se dieron cuenta de que eran de familias enemigas.
Romeo: No puedo creer que seas una Capuleto.
Julieta: Y yo no puedo creer que seas un Montesco.
Romeo: No importa, ¿verdad?
Julieta: Claro que importa, ¿qué haremos ahora?
Los dos comenzaron a sentirse preocupados. Julieta fue a casa esa noche y le contó todo a su madre.
Julieta: Mamá, conocí a un chico increíble, pero es un Montesco.
Madre de Julieta: ¿Qué? ¡No puedes estar enamorada de un Montesco!
Julieta: Pero mamá, lo amo de verdad.
Madre de Julieta: No puedo permitir que te enamores de un enemigo de nuestra familia.
La madre de Julieta decidió quitarle el celular para que no pudiera seguir hablando con Romeo. Romeo se preocupó cuando dejó de recibir mensajes de Julieta.
Romeo: Julieta, ¿estás bien? ¿Por qué no me escribes?
Julieta: Lo siento Romeo, mi madre me quitó el celular. No puedo hablar contigo.
Romeo: Pero ¿cómo vamos a seguir hablando?
Desesperado, Romeo decidió subir a la ventana de Julieta y hablarle directamente. Pero cuando llegó a la casa de Julieta, su padre lo vio y lo confundió con un ladrón. Llamó a la policía y Romeo tuvo que huir para no ser arrestado.