Mi papá me contó una historia de cuando era joven, hace unos treinta años. Una mañana, se subió al autobús para ir a su trabajo, como siempre. Se sentó cerca del conductor y vio un letrero en el parabrisas que decía:
¡Convéncete! No todo lo que piensas es la verdad.
Ese mensaje le sorprendió mucho, porque se dio cuenta de que algunas cosas que creía no eran ciertas. Es fácil ver los errores de los demás y notar cuando otras personas están equivocadas, pero es más difícil ver nuestros propios errores y entender que algunas de nuestras creencias pueden ser falsas.
¿Sabías que algunas de las cosas que tú crees, ahora mismo, son falsas?
Imagina la ilustración de un niño mirando su reflejo en un espejo. En el espejo, el niño se ve como un superhéroe valiente o un personaje de un reino mágico, lleno de poder y aventura. Pero fuera del espejo, es simplemente un niño común, con sueños y una gran imaginación. Esta imagen nos recuerda que no todo lo que pensamos o creemos es siempre verdad. A menudo, nuestras mentes cambian o exageran la realidad, ya sea por esperanza, miedo o deseo. Debemos aprender a buscar la verdad, a cuestionar lo que creemos y a entender que nuestra visión del mundo puede estar influenciada por nuestras propias ideas. Así como el niño en la ilustración, debemos aprender a distinguir entre lo que es real y lo que es solo un reflejo de nuestros pensamientos.