Anecdotas

Mi papá me contó una historia de cuando era joven, hace unos treinta años. Una mañana, se subió al autobús para ir a su trabajo, como siempre. Se sentó cerca del conductor y vio un letrero en el parabrisas que decía:

¡Convéncete! No todo lo que piensas es la verdad.

Ese mensaje le sorprendió mucho, porque se dio cuenta de que algunas cosas que creía no eran ciertas. Es fácil ver los errores de los demás y notar cuando otras personas están equivocadas, pero es más difícil ver nuestros propios errores y entender que algunas de nuestras creencias pueden ser falsas.