Un mendigo es una persona que habitualmente pide limosna. No es una persona que una vez pidió limosna, sino es una persona que tiene el hábito de pedir limosna. Una limosna es una cosa, especialmente dinero, que se da a otro por caridad. Los mendigos del espíritu piden habitualmente una cosa: “el espíritu”. Felices son los que piden habitualmente el espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:3)

En el libro de los Proverbios del rey Salomón hay un consejo que dice así:

Escucha la disciplina de tu padre  
y no abandones las enseñanzas de tu madre.  
Son una hermosa corona para tu cabeza  
y un fino adorno para tu cuello.

Una vez le pregunté a mi mamá: ¿por qué dice el rey Salomón que las enseñanzas de la mamá son como "un fino adorno para tu cuello"?

Mi mamá me dijo que las enseñanzas de tu madre te ayudan a verte mejor, más elegante y agradable delante de otras personas, como si tuvieras un collar fino en el cuello.

Mi papá me contó una historia de cuando era joven, hace unos treinta años. Una mañana, se subió al autobús para ir a su trabajo, como siempre. Se sentó cerca del conductor y vio un letrero en el parabrisas que decía:

¡Convéncete! No todo lo que piensas es la verdad.

Ese mensaje le sorprendió mucho, porque se dio cuenta de que algunas cosas que creía no eran ciertas. Es fácil ver los errores de los demás y notar cuando otras personas están equivocadas, pero es más difícil ver nuestros propios errores y entender que algunas de nuestras creencias pueden ser falsas.