Hace más de cien años existió un presidente en Bolivia que no podía confiar en nadie, porque él era muy malo con la gente, así que tenía muchos enemigos. Éste presidente se llamaba Mariano Melgarejo.
Un día al despertar por la mañana, se enteró de que uno de sus amigos estaba haciendo planes para atacar a su gobierno y sacarlo de presidente. Así que Melgarejo pensó en voz alta diciendo:
- Verdaderamente ¡en nadie debo confiar!
Pero uno de los jefes militares le contestó:
- No se preocupe, vamos a ganar esta pelea, usted tiene que confiar en su ejército.
Entonces Melgarejo le contestó:
¿Confianza? ¡Ni en mi camisa!
Luego se sacó su camisa, la colgó en la pared, llamó a cuatro soldados y les mandó que fusilaran a su camisa. Los soldados obedecieron, dispararon con sus rifles y la camisa se arruinó por las balas.
Lo que podemos aprender de esta historia es que si tratas mal a las demás personas, al final vas a tener muchos enemigos y no vas a poder confiar en nadie.