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Un día, una mujer mayor llamada Ana llegó con su hija, Sofía, al Centro de Preparación Única, donde los estudiantes acudían para mejorar sus habilidades de estudio. Aunque Sofía era mayor de edad, todavía necesitaba ayuda para aprender a estudiar y prepararse para su futuro.
Mientras Sofía asistía a sus clases, Ana le contó al director del centro de estudios, Franz, la historia de su hija. Cuando Sofía era joven, no quería asistir a la escuela, y Ana, que era una madre cariñosa, cedió ante sus caprichos y la sacó de la escuela. Pero ahora que Sofía es mayor, se da cuenta de lo importante que es tener una educación y le reprocha a su madre por haberle permitido abandonar la escuela.
Ana, sintiéndose mal por las palabras de su hija, se defendió diciendo que ella hizo lo que pensó que era lo mejor en ese momento. Pero Sofía insistió en que su madre debería haber sido más firme y haberla obligado a quedarse en la escuela.
Franz, el director del centro, se acercó a Sofía y le preguntó si estaba dispuesta a hacer lo necesario para conseguir una educación. Sofía asintió y comenzó a trabajar duro en sus estudios, dedicando tiempo y esfuerzo para aprender lo que había perdido durante su tiempo fuera de la escuela.
Ana se dio cuenta de que había tomado la decisión equivocada al sacar a su hija de la escuela, pero también se dio cuenta de que ahora podía ayudar a su hija a alcanzar sus metas. Juntas, madre e hija trabajaron para superar los obstáculos y lograron que Sofía completara su educación.
La historia de Ana y Sofía es un recordatorio de que es importante valorar la educación y trabajar duro para alcanzar nuestros objetivos, pero también que los padres pueden tomar decisiones difíciles, incluso si no son populares en ese momento. A veces, las decisiones que toman los padres son lo mejor para sus hijos a largo plazo, aunque los hijos no lo vean así en el momento presente.