Érase una vez, en un bosque bullicioso, había una hormiga trabajadora llamada Antoinette. Pasó sus días recolectando alimentos para los meses de invierno, almacenándolos en su casa subterránea.
Un día, un escarabajo perezoso llamado Bertie tropezó con el alijo de comida de Antoinette. Bertie, que no se había preparado para el invierno, estaba encantado de encontrar tal recompensa. Rápidamente comenzó a darse un festín con la comida, sin molestarse en guardar nada para Antoinette o las otras hormigas.
Antoinette se puso furiosa cuando descubrió lo que había hecho Bertie. Ella lo regañó por su egoísmo y le advirtió que se quedaría sin nada cuando llegara el frío.
Pero Bertie no escuchó. Continuó comiendo y holgazaneando, sin pensar en el futuro.
Cuando llegó el invierno, Antoinette estaba cómoda y cálida en su hogar subterráneo, rodeada de su comida almacenada. Pero el pobre Bertie se quedó afuera, con frío y hambre. Pronto se dio cuenta del error de sus caminos y prometió no volver a ser perezoso y egoísta nunca más.
La moraleja de la historia es estar siempre preparado y pensar en los demás antes que en uno mismo.